Olvidos cotidianos: cómo evitarlos

¿Qué son los olvidos cotidianos?

En la vida diaria, se nos presentan muchas situaciones que son un reto para nuestra memoria.
Cuando no superamos estas situaciones, se produce lo que llamamos “olvidos cotidianos”.
Estos olvidos pueden ser de 3 tipos:

  • Olvidar las cosas que hemos hecho: olvidar cerrar el gas o apagar la luz, olvidar dónde hemos puesto las gafas o una prenda de vestir, por ejemplo.
  • Olvidar las cosas que tenemos que hacer: no acordarnos de dar un recado, olvidarnos de comprar un objeto u olvidar qué veníamos a buscar a la cocina…
  • Otros olvidos: olvidar los nombres, lo que acabamos de leer o hablar o tener dificultad para seguir una conversación o un programa de radio o televisión.

Estos olvidos a veces nos traen problemas en nuestra vida diaria y no es necesario tener una enfermedad para tenerlos, sino que nos pueden suceder en cualquier momento de nuestra vida y más aún a medida que cumplimos años, produciéndonos desasosiego, sensación de incapacidad e incluso disminuyendo nuestra autoestima.

Aunque cada uno de estos olvidos tiene unas estrategias específicas para afrontarlo, sí que podemos tener en cuenta una serie de estrategias generales que nos ayudarán a reducir estos “olvidos cotidianos” significativamente.

Cuatro pasos para no olvidarnos de las cosas

Atención: prestar una especial atención siempre a lo que estamos haciendo. Debemos estar siempre concentrados en las tareas y no realizar más de una tarea al mismo tiempo. La atención es la puerta de entrada a la memoria y si no estamos concentrados en la tarea nos resultará muy difícil recordar algo. Por ejemplo, si nos están dando un recado debemos atender sólo a lo que estamos haciendo sin preocuparnos de otra conversación, ruido, televisión, etc.

Verbalización-repetición: al realizar la acción es muy útil repetir en voz alta lo que se está haciendo. De este modo, la memoria graba tanto el acto como el lenguaje. Por ejemplo, decir “estoy apagando el gas…”.

Visualización: cuando se está realizando la acción, esta estrategia permite fijar la escena y convertirla en una imagen con más detalles y más intensidad para el recuerdo.

Asociación: al asociar lo que es difícil de recordar por ser nuevo con algo ya perfectamente conocido, facilita el recuerdo.

Qué hacer cuando me olvido de algo

Repensar: tratar de evocar la información de modo que un detalle nos traiga el resto de la historia o de la acción a recordar. Para esto traernos a nuestra mente, las imágenes que antes visualizamos o parte de la conversación que mantuvimos o las asociaciones que realizamos.

Volver al último lugar física o mentalmente: al hacerlo encuentro elementos de referencia para recordar lo que había olvidado. Por ejemplo: he ido a buscar algo a la cocina y se me ha olvidado, si vuelvo al salón, física o mentalmente, me doy cuenta de que había ido a buscar a la cocina una cuchara, ya que es el único cubierto que falta.

Cristóbal Pereira Abello

Neuropsicólogo ACD Rehabilitación

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